El futuro de las redes de comunicación

Disfrutamos de muchas opciones, pero en realidad, no todas están funcionando a su pleno potencial.
Los avances de la tecnología durante los últimos años han traído consigo muchas nuevas opciones en cuanto a las comunicaciones, incluyendo las redes de computadoras. Muchos pueden disfrutar de las nuevas tecnologías en su plena potencia, pero otros siguen rezagados en cuanto a las promesas sin cumplir.

En este artículo explicamos qué está sucediendo, cuál es el estado de las tecnologías y los escollos que confrontan, respondiendo a tres preguntas básicas. Los usuarios, usualmente, tienen como referente la publicidad y las ofertas de los suplidores, pero no cuentan o no conocen un referente independiente y neutral que les ayude a tomar una decisión informada en cuanto a los servicios que obtiene.

¿Cuáles son los adelantos?

Es normal para muchas personas dar por sentado que la tecnología está avanzando; para otros, los adelantos no son tan evidentes. La razón para eso es que hay una mezcla de infraestructura nueva con la vieja. Por ejemplo, una simple llamada telefónica puede estar utilizando una rara mezcla de tecnologías de punta junto con otras ya casi obsoletas.

Cuando llamas de un teléfono móvil a un teléfono fijo, la llamada puede usar las tecnologías celulares, de satélites, fibra óptica y cable de cobre para llegar a su destino. Esa misma ruta siguen las conexiones de internet, donde la data viaja por las rutas que estén disponibles, sin distinguir entre las ultrarrápidas y las súper lentas.

Esa es una de las razones para que muchas personas no disfruten de los nuevos adelantos. Los operadores de comunicaciones, en muchos de los casos, añaden nuevas tecnologías a la infraestructura de mediados del siglo pasado. El usuario final es penalizado por esta falta de renovación, mantenimiento y eliminación de las tecnologías expiradas. Es la realidad cotidiana en muchos de nuestros países.

Vino nuevo en odres viejos


En el Siglo XXI es muy común observar a una persona gritando a través de su teléfono móvil. No es que está enfadado, es que la señal es inestable, el interlocutor está usando otra tecnología, o simplemente, si equipo no es de la mejor calidad. La telefonía móvil ha regresado las llamadas telefónicas a la misma experiencia que observé en los años 50: las personas gritaban, literalmente.

La misma experiencia se da en las conexiones de internet, aunque con otro agravante. Las redes de internet comparten la misma infraestructura de la telefonía: satélites, red celular, fibra óptica y cables telefónicos. Las páginas de internet modernas son más complejas que las páginas originales, que eran solo texto. Además de la carga gráfica adicional, por la internet circulan videos, audio, gráficos, texto y mensajería instantánea, todo simultáneamente.

Estamos empujando las redes al límite, basados en una promesa de más velocidad, más estabilidad y más economía; pero la realidad es muy diferente. La infraestructura actual no puede con la carga que se le ha impuesto.

En Puerto Rico existen tres operadores de cable TV; el más antiguo de ellos, utiliza una mezcla de fibra óptica junto al cable coaxial que se instaló en la década de los 70. El segundo operador, mantiene un 33% de cable coaxial junto a las nuevas conexiones de fibra óptica y el tercer operador tiene 100% fibra óptica, porque comenzó a operar en los años 90. Cada operador tiene un monopolio regional y no existen opciones para escoger cualquiera de lo otros operadores.

En República Dominicana, cuando comenzó la modernización de la telefonía, existía una red de líneas terrestres con una cobertura de 33% del territorio nacional. Esa red se sustituyó completamente por fibra óptica. Las antenas de las redes celulares son propiedad del estado, las cuales se rentan a todos los operadores en igualdad de condiciones. Esa transformación ha sido crucial para el desarrollo económico de la nación caribeña.

Conclusiones


Hasta que no exista una infraestructura uniforme, a tono con los tiempos modernos, las comunicaciones de todo tipo seguirán sufriendo las molestias que experimentamos casi a diario. El estado y los operadores privados deben invertir en establecer esa infraestructura óptima porque, a la larga, traerá más beneficios económicos que superarán con creces los costes de construcción.

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